La recogida de Emaús de muebles a domicilio y la economía circular
La vida es circular y a veces vuelve donde duele. ¿Cuántas veces hemos escuchado reflexiones así? ¿Cuántos ríos de tinta han corrido en torno al concepto de que una economía lineal es imposible que resulte sostenible? Pues bien, al amparo de estas reflexiones se comienza a hablar en términos de medioambientales, y específicamente en temas referidos a residuos de ECONOMÍA CIRCULAR. En un evento que giraba (nunca mejor dicho) en torno a la economía circular , en el que ha participado Javier Pradini, Director General del Grupo Emaús Fundación Social, se dijeron cosas la mar de interesantes sobre el tema. El formato de la charla tenía era a modo de entrevista y a continuación se recogen preguntas que se formularon y las respuestas del responsable de la entidad mencionada.
- ¿Cuáles son los resultados actuales del reciclado de muebles, aparatos y enseres en Gipuzkoa? ¿Cómo se reparte esta cifra entre los de origen doméstico y comercial? ¿Hay tipos diferentes de residuos de este material con importancia significativa?
En primer lugar, decir que no es lo mismo reciclar que reutilizar, y así lo establece el principio jerárquico de la gestión de residuos recogido en la normativa europea donde prevalece la reutilización y la preparación para la reutilización frente al reciclaje. Dicho esto, Emaús en Gipuzkoa recoge y gestiona el 21% de las más de 10.000 tn de residuos voluminosos de origen urbano que se generan en los domicilios. En estos datos no están incluidos los voluminosos asimilables a urbanos generados en los sectores industrial comercial e institucional, que contabilizan otras 16.000 tn.
De los residuos que recupera Emaús por sus propios medios domiciliariamente, el 65% se reutiliza, un 15% se recicla y el resto va al vertedero.
De los residuos gestionados por los Municipios y Mancomunidades de Gipuzkoa el 43% van al vertedero, el resto se recicla y nada se reutiliza.
El sistema de recogida domiciliaria de voluminosos –frente al depósito en la vía pública con destino a vertedero- y la preparación para la reutilización que propugna Emaús permiten reutilizar anualmente en torno a:
- 13.500 muebles.
- 3.900 AEE.
- 90.000 artículos de bazar y complementos.
- 36.000 libros.
- 198.000 prendas de ropa.
Además, desde el punto de vista social y económico, hay que destacar que esta actividad ha generado hasta el momento en Gipuzkoa:
- 65 empleos,
- unos ingresos anuales de 1.285.000 euros procedentes de las ventas,
- con una media anual de más de 138.000 clientes al año que adquieren algún producto.
2. ¿Hasta dónde se podría llegar en estos porcentajes de reutilización en el año 2020? ¿Cuáles son las principales acciones que se debían emprender para conseguirlo?
Si las administraciones competentes acaban con el sistema actual que permite el abandono de muebles, electrodomésticos y otros enseres en la vía pública y potenciamos la recogida selectiva de voluminosos a puerta y fomentamos y apoyamos la apertura de Centros de preparación para la Reutilización como es el caso de los EkoCenter promovidos por Emaús, tal y como recoge la directiva europea de Residuos (art. 11), el año 2020 podemos llegar a reutilizar más de un 25% de los enseres recuperados (frente al 0% actual) y reducir el rechazo que va a vertedero a menos de un 15%.
Para ello es fundamental que el Programa Estatal de Prevención de Residuos y otros planes de prevención autonómicos y locales concreten algunas de las medidas contempladas y financien la puesta en marcha de los Centros de Reutilización y Preparación para la Reutilización.
Teniendo en cuenta los datos presentados por Emaús en Gipuzkoa y haciendo una extrapolación al conjunto del Estado, podríamos multiplicar por 300 los resultados alcanzados. Es decir, podríamos hablar de 400 millones de euros anuales de facturación anual por productos reutilizados. En esta misma línea, el número de empleos que se pueden llegar a generar rondarían los 20.000.
De esta manera –y haciendo un juego de palabras-, estaríamos convirtiendo Residuos Sólidos en Recursos Solidarios.
3. ¿Cuáles son las principales trabas e incertidumbres para conseguir avanzar hacia la meta planteada?
La principal traba es el actual sistema que permite el abandono de muebles, electrodomésticos y otros enseres en la vía pública. Esto tiene varias consecuencias. Por una parte, como ya hemos dicho, el destino de casi la mitad de lo recogido va a vertedero. Por otra parte, hay que tener en cuenta el impacto visual y los inconvenientes que genera el que muebles, colchones y otros enseres se tiren junto a los contenedores de residuos. Si a ello añadimos el “canibalismo” que realizan algunas personas extrayendo los componentes más valiosos de determinados electrodomésticos depositados en la vía pública, con las consiguientes afecciones medio ambientales que se generan, el sistema de recogida viaria de voluminosos se presenta como el más ineficiente de los sistemas posibles desde el punto de vista medioambiental.
En este sentido cabe destacar que el nuevo RD sobre los AEE y sus Residuos ya prevé la prohibición de depositar estos residuos en la vía pública (Art. 13 punto 3).
El segundo aspecto importante a alcanzar es la división de los contratos de limpieza y recogida de residuos actuales en lotes, tal y como establece la nueva directiva europea de Contratación Pública (art. 46) y así facilitar que los grupos recuperadores que promueven la reutilización puedan presentarse a licitaciones para realizar servicios de recogida de voluminosos. En dicha directiva también se contempla la reserva de mercados para determinadas entidades sociales dedicadas a la inserción laboral de colectivos desfavorecidos (Art. 20), lo que puede favorecer el desarrollo de los grupos recuperadores de Economía Social y Solidaria que trabajan la reutilización.
El tercer aspecto es lo que yo llamo la “obsolescencia consentida”. Seguramente, todos hemos oído hablar de la obsolescencia programada, entendiendo como tal la fabricación programada para que determinados aparatos eléctricos o electrónicos dejen de funcionar o resulten inservibles tras un tiempo previamente establecido por los propios fabricantes, obligando a los consumidores a comprar un nuevo aparato.
Ya me he referido a quienes siendo responsables públicos de las políticas de gestión de residuos permiten que miles de aparatos eléctricos y electrónicos, muebles y otros enseres acaben anualmente en los vertederos o, en el mejor de los casos, reciclados, sin poner en marcha sistemas de recogida selectiva domiciliaria a puerta que favorezcan la reutilización y la preparación para la reutilización.
Pero también destacaría la tolerancia o la inercia de los ciudadanos y ciudadanas de no reparar aquellos enseres y aparatos eléctricos y electrónicos que han dejado de funcionar o se han deteriorado y su sustitución por nuevos equipos. Un consumo responsable debiera de incidir en la importancia y las ventajas de la preparación para la reutilización frente al hábito de usar y tirar.
El cuarto aspecto tiene que ver con que las diferentes normativas, incluidas la directivas europeas de residuos, ya que no distinguen y diferencian los objetivos de preparación para la reutilización de los objetivos de reciclaje y los presentan conjuntamente como un único indicador. Esta situación anula de facto la prevalencia de la preparación para la reutilización sobre el reciclaje.
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