UNA DONOSTIARRA DESACTIVA BOMBAS EN ANGOLA PARA RECUPERAR TIERRAS DE CULTIVO Eva Aguirre, excompañera de Emaús
Por Begoña Cabaleiro, responsable de comunicación de Emaús Fundación Social. Fotos de Eva Aguirre
Dicen personas expertas en física que no somos más que un poco de carbono que se formó hace mil millones de años, que no somos más que polvo de estrellas, que las personas estamos hechas de la misma sustancia de ellas. Siempre me ha llamado la atención esta afirmación que es pura mezcla entre lo poético y lo científico. Acaso hoy, al hablar de Eva Aguirre Arteaga, le encuentro más sentido que nunca.
Cuando pienso en los por qués, de esta joven donostiarra excompañera de trabajo en Emaús, que una vez se puso el mundo por montera y desde entonces no ha parado y que justo ahora, me asomo a su Instagram y voy y veo, que ahora se dedica a desactivar minas abandonadas en Angola, sólo me viene a la mente el inmenso espacio, por lo profundo e inexplicable y por lo tan fuera de lo obvio que queda. Acaso sea porque ella se mueve desde entonces por derroteros poco frecuentados, por compromisos profundos que no se sabe muy bien donde hunden sus raíces.
En el mundo, a menudo nos dejamos llevar por las apariencias y las expectativas que impone la sociedad. Sin embargo, de vez en cuando, surge una historia que desafía todas esas convenciones, una historia como la de Eva Aguirre Arteaga. Donostiarra de 32 años, antigua compañera en Emaús, responsable de nuestra marca de bolsos, complementos y otros artículos de oficina upcycling sindesperdicio, un trabajo que siempre desempeñó con todo su corazón . Su vida es fruto de una serie de elecciones valientes y significativas que la han llevado por un camino mucho más comprometido que el tradicional. Tan fuera de lo común que “su oficina” actual son poblados muy humildes y muy muy remotos de Angola donde desactiva explosivos.
Cuando conocí a Eva, una chica muy joven, surfera, inteligente, guapa, con sensibilidad e introspección poco común, graduada en Comunicación y Trabajo Social nunca imaginé que teniendo todos los ingredientes del éxito convencional, !lo tenía todo!, optara por caminar por un lugar que requeriría mucha valentía, entrega, sacrificio y una profunda empatía por la humanidad.
Le pregunto a ver qué es lo que le lleva a dejar una vida más o menos cómoda , por otra, implicada, en la que pone en riesgo su propia existencia. Eva explica que algo de búsqueda hay, como una especie de auto obligarse a salir en continuo de su zona de confort. Eva recorre el mundo, Africa y América, en una incesante búsqueda de la mejor versión de sí misma. Después de escucharla, vuelvo al espacio y pienso en esa mágica atracción que tienen las estrellas binarias. Dos estrellas moviéndose en una única órbita, una en torno a la otra, atrapadas por fuerzas físicas que las hace atraerse y repelerse y girar entre sí, sin fin. Es Eva una de las estrellas y la otra, su búsqueda de mejorar el mundo. Ambas orbitan en continuo en su vida, y la llevan de aquí para allá.
Ha estado unos meses en Camboya haciendo un curso sobre cómo explosionar estos artefactos. Un escenario el del país asiático, en cuanto a explosivos, que viene de 1975 cuando se instauró un régimen comunista radical que duró hasta 1979, momento cuando fuerzas vietnamitas invadieron el país y derrocaron al gobierno. De esta guerra quedan tierras que antes fueron de labranza y que desde entonces esconden minas terrestres, bombas y otros artefactos explosivos sin detonar. Un entrenamiento que hace dentro del paraguas de la ONG británica The HALO Trust. Esta es la organización mayor en el mundo que se implica en explosionar artefactos y liberar tierras para que puedan recuperarse para el cultivo del campesinado que vive alrededor.
Preguntada por cómo es lo que se aprende y si eso de los cables rojo con rojo y azul con azul es cierto nos responde: “Es muy sencillo todo lo que hay que hacer. La verdad es que tiene que ver con los colores de los cables y unirlos o separarlos. Durante la capacitación antes de salir a campo repetimos la fórmula de manera incesante, hasta mecanizar el trabajo, hasta hacerlo casi sin pensar. Algo que luego, acaso más tensa, te evita dudar. ¿Miedo? No es la palabra. Acaso respeto. Porque sí que hay un momento, en el que vas en equipo, y al final te quedas tú sola y el artefacto. Y el resto de las personas se alejan por protocolo. Y desde luego, lo que no tengo es ningún morbo de volar cosas por los aires. Viene más desde una perspectiva humanitaria, desde el deseo de reducir y borrar las huellas de los conflictos, aliviar la carga que nos dejan las guerras y hacer de cualquier lugar, un sitio más seguro y habitable”. “El conflicto -continua Eva- quita a las comunidades más humildes su medio de vida, su esperanza de un futuro mejor. A algunas personas las condena al destierro. Y con este tipo de trabajo la comunidad retomará algo que nunca debió perder”.
Ahora, finalizado el periodo de entrenamiento, Eva está en Angola realizando su trabajo. Un país que casi llevaba todo el s.XX con conflictos bélicos. Primero, por los movimientos de liberación del colonialismo (Angola fue colonia portuguesa hasta 1975) y donde la lucha de Independencia llevó a una guerra civil, que como ya viene siendo un clásico de África, una parte tenía el respaldo de la Unión Soviética y la otra, por parte de EEUU. Pero en el caso de Angola se convirtió en un escenario de la Guerra Fría, con potencias globales respaldando a diferentes facciones en función de sus propios intereses estratégicos. El apoyo militar y financiero de Estados Unidos, la Unión Soviética, Cuba y Sudáfrica contribuyó a prolongar y complicar el conflicto. El acuerdo de paz llegó en 1990.
Repasando el Instagram de Eva, nada más aterrizada en Angola en su post sin que te quepa la más mínima indiferencia puede leerse “ha pasado una semana desde que llegué a Angola y sólo hoy tuve la sensación de que sería capaz de plasmar algo por escrito si me lo proponía. Hasta ahora, sólo tuve ruido en mi cabeza, varias voces que al unísono lanzaban mensajes contradictorios. Un ruido que me impedía centrarme en lo que realmente vine a hacer aquí. Estaba abrumada por el desafío, intimidada por el riesgo inherente de la naturaleza de este trabajo y aterrada por la distancia física, mental, relativa y absoluta de estar nas terras do fim do mundo. Hoy, en cambio, siento que la balanza se ha inclinado hacia donde debía. Empiezo una nueva fase en Cuito Cuanavale, escenario de la mayor batalla en el continente africano desde la Segunda Guerra Mundial” En este escenario al que se refiere Eva se encuentran los campos minados más complejos del mundo, a los que se llega tras interminables y complicados trayectos.
Pero no es éste el único trabajo realizado por la joven donostiarra a quien sus decisiones le llevan a proyectos de cooperación internacional desde que dejó Emaús. Eva ha estado y vivido en primera línea, en escenarios que forman parte de la historia reciente. Entre otros lugares ha trabajado con Naciones Unidas en Ecuador, y estuvo en Colombia cuando se vivió el proceso de paz entre las FARC y el gobierno, tras años de una gran violencia en el país. Una firma histórica la de Colombia, entre el presidente Juan Manuel Sántos y el líder de las FARC conocido como “Timochenko”. Precisamente trabajó en un hermosísimo proyecto agrícola en el que se concitaban codo con codo, víctimas y verdugos. Trabajaba en Zimbabwe cuando su presidente, de una manera absolutamente inesperada, Robert Mugabe, quien fue el líder del país durante 37 años, renunció al poder el 21 de noviembre de 2017 en medio de una crisis que se vivió en el país.
Forjada a fuego, en todos estos lugares como ocurre en el universo, de una explosión surge una brillante supernova y de estos escenarios duros se va moldeando Eva Aguirre, que ha trabajado siempre como una constructora de paz. Ella va dejando una estela brillante por los lugares por donde pasa. Ahora lo hace explotando bombas, limpiando la tierra que nunca debió contenerlas. Abriendo un mundo de posibilidades que a día de hoy impide a comunidades locales y humildes vivir y tener esperanza.
¡Tan orgullosa de que existas Eva! Sin duda estás hecha de la misma materia, del mismo carbono, del mismo polvo de las mismísimas estrellas.
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